sábado, 11 de agosto de 2012

Marilyn transgresora

Marilyn Monroe y Montgomery Clift en The Misfits (1961)

El símbolo sexual por excelencia, la rubia más fotografiada del mundo del cine, Marilyn Monroe no era solo sensualidad o glamour.

Conforme avanzan los años y se conoce más sobre sus pensamientos e ideas, aumenta el número de publicaciones que profundizan en su verdadera naturaleza y dejan atrás el cliché de rubia sexy, tonta y caprichosa.

Es grandiosa para mucha gente y lo irónico es que era mucho más que la fachada que la gente conocía”, le dijo a BBC Mundo Dana Keith, director de MiamiBeach Cinemateque.

Inmarchitable.

Marilyn Monroe murió en la madrugada del 4 al 5 de agosto de 1962 en circunstancias que han desatado todo tipo de teorías, desde el suicidio por su inadaptación e inestabilidad emocional, hasta un complot de asesinato por su conexión con las altas esferas, pasando por una muerte accidental causada por una inadecuada combinación de barbitúricos.

En cualquier caso, su fallecimiento a los 36 años dejó la imagen de una mujer inmarchitable. Esto explica por qué el aspecto de Marilyn no caduca. Además, su legado va más allá de su muerte, por la forma en que se comportaba. Era una mujer muy avanzada para su época.

En este sentido, y a propósito de los homenajes que se han organizado en recuerdo a su figura, merece la pena recordar algunos de los motivos por los que en algunos sectores se considera a Marilyn Monroe una suerte de transgresora.

En primer lugar, hay que regresar a la época en que su estrella se hizo más luminosa, el Hollywood de la década de los 50.

La misma década en que, por ejemplo, el senador Joseph McCarthy emprendía una cruzada política contra todo lo que sonara a comunismo y en la que cuestiones como la homosexualidad, el aborto, o los derechos civiles eran, además de controvertidos, prácticamente tabú.

Marilyn Monroe dio la cara en cada ocasión en que se vio enfrentada a uno de estos dilemas, sin miedo a que su posición pudiera afectar su carrera cinematográfica.

Respaldo público a Arthur Miller

Durante su matrimonio con el dramaturgo Arthur Miller (1956-1961), el autor de “Muerte de un viajante” se vio sometido a una investigación del Comité del Senado de Actividades Antiamericanas (HUAC, por sus siglas en inglés) y a una subsiguiente sanción por su ideología política.

Por sorprendente que parezca, el presidente del HUAC, Francis Walter, le ofreció en privado una salida airosa a Miller: retiraría los cargos si accedía a que Marilyn posara con él en un póster de campaña. Miller no aceptó.

El Comité lo interrogó sobre sus “inclinaciones comunistas” y le exigió que diera nombres de otros comunistas. Pese a la presión, Miller rehusó delatar a nadie y fue condenado por desacato al Congreso en 1957.

“No creo que un hombre se tenga que convertir en un informador para ejercer su profesión libremente en Estados Unidos”, le dijo Miller a los periodistas al conocerse el veredicto.

La condena fue sobreseída al año siguiente tras una apelación.

Marilyn apoyó a Miller tanto en público como en privado durante todo el proceso, si bien había sido advertida del riesgo que esto suponía para su fulgurante carrera.

Defensa de Ella Fitzgerald y los derechos civiles

Marilyn Monroe también se involucró en el tema de la defensa de los derechos civiles. La cantante estadounidense Ella Fitzgerald lo comprobó de primera mano.

“Tengo con Marilyn Monroe una gran deuda”, dijo en su momento la estrella del jazz. “Fue gracias a ella que pude actuar en el Mocambo, un club nocturno muy popular en West Hollywood, California, en los años 50″.

“Marilyn le dijo personalmente al dueño del Mocambo que quería que me contratara inmediatamente. Le prometió que si lo hacía, ella iría al club cada noche y se sentaría en una mesa en la primera fila. Le dijo -y era verdad, por su estatus de celebridad- que la prensa se volvería loca”.

“El dueño aceptó y Marilyn estuvo allí, en primera fila, cada noche. Después de aquello, nunca más tuve que actuar en un club de jazz pequeño”.

“Era una mujer inusual, por delante de su tiempo. Y ella no lo sabía”, sentenció Fitzgerald.

En la defensa de sus convicciones, Marilyn Monroe tampoco dudó a la hora de respaldar públicamente a su colega, el actor Montgomery Clift, cada vez que lo atacaban por su presunta homosexualidad.

Incluso a ella se le achacaron relaciones lésbicas con distintas mujeres. Marilyn no se ofendió ni escandalizó por tales comentarios. Al contrario, su reacción fue la siguiente: “La gente comenzó a decir que yo era lesbiana. Sonreí. No hay sexo incorrecto si hay amor en él”.

Gay Langland

Gay Langland, el personaje que interpretaba Clark Gable en Vidas rebeldes (The Misfits), fue uno de los tipos que mejor describió el desamparo, la soledad, el miedo y la tristeza con que vivía Marilyn Monroe. "¿Puede un hombre sonreír cuando contempla a la mujer más triste del mundo?" le dice a Roslyn Taber, último papel de la actriz. "Pues todo el mundo piensa que soy muy alegre", responde ella. "Eso es porque cualquier hombre se siente feliz al mirarte".

Era, no solo el final de una emocionante historia, el broche de oro a las carreras de ambos actores, sino, además y, sobre todo, la explicación pública de por qué nadie percibía la desesperanza y el cansancio que acompañaban a Marilyn Monroe, una declaración del que fue su marido, el dramaturgo Arthur Miller, quien era el guionista de la película de Huston.

El gran público no podía imaginar en aquel 1961 que, 19 meses más tarde, la rubia platino, la mujer que deslumbraba a hombres de todo el mundo, iba a poner fin a su vida. La fama y la fascinación crearon a su alrededor una coraza densa, opaca y oscura, tras la que se agazapaba una mujer completa y radicalmente diferente a la que todos veían.

Marilyn Monroe, en realidad, Norma Jeane Mortenson, no era una inconsciente feliz. Era una mujer culta, con centenares de libros en su biblioteca, enamorada de los clásicos, sacudida por un irresistible impulso por escribir y sedienta siempre de nuevos conocimientos. Ni rubia ni tonta. "¡Ay!, maldita sea, me gustaría estar muerta".

En la madrugada del 4 al 5 de agosto, en 1962, Marilyn Monroe se suicidó en su casa de Brantwood, en Los Ángeles, al ingerir un bote entero de Nembutal. Si la placa que adornaba allí la puerta de entrada, con la inscripción "Cursus perficio" (aquí acaba el viaje), podía parecer profética, mucho más lo eran los versos de uno de sus poemas:

Ay maldita sea me gustaría estar
muerta -absolutamente no existente-
-ausente de aquí -de
todas partes pero cómo lo haría.


La actriz más famosa de todos los tiempos encontró -premeditada o involuntariamente- la manera de concluir una vida triste, cargada de alcohol y pastillas, amenazada por un insomnio constante, descontrolada por la inseguridad, el miedo y la necesidad de ser querida y no sentirse abandonada.

Marilyn Monroe estaba muy cansada. Y hasta ese último día, los libros fueron su mejor refugio.

Todo está en esos escritos, el temor, el desasosiego, la inseguridad, el desequilibrio, la aflicción profunda, el abandono, el aislamiento. No son palabras exquisitamente elaboradas, pero no hay simpleza en ellas, al contrario, contienen un bello lirismo. Son confesiones íntimas en las que pedía amparo, ayuda, socorro. Escritas a mano en cuadernos o en folios de hoteles, con bolígrafo o con lápiz, con una descuidada caligrafía, en esas notas intentaba explicarse a sí misma la dualidad que sufría, las dos personas que era al mismo tiempo.

jueves, 9 de agosto de 2012

Marilyn en Corea



"Nunca pensé que tenía un efecto así en la gente hasta que estuve en Corea. Fue la cosa más grande que jamas me ha pasado." Marilyn Monroe










Los EEUU también llamaron a filas en 1954 a la actriz, por la zona durante su luna de miel, que se personó más que encantada en Corea para animar a las tropas. Gran campaña de marketing orquestada por los estudios de Hollywood, pues las canciones que Marilyn entonó pertenecían a las comedias ligeras que la hicieron irresistible en todo el mundo.





El 16 de febrero de 1954, vestida con botas de combate, pantalones, camisa gris y con dos botones abiertos en la parte superior, llegaba a Corea, invitada por la USO, Marilyn Monroe.  Llevaba una pequeña bolsa de maquillaje y un vestido púrpura de corte largo. Ella lo describió como "un vestido de cóctel o algo así. Después de todo, yo no esperaba esto. Veo que no he traído la ropa adecuada"  diría. 


 
 

Marilyn Monroe y Joe DiMaggio eran unos recién casados. Habían contraído matrimonio el 14 de enero de ese año y estaban en Japón en viaje de novios. Es por ello que Marilyn aprovecho  para hacer un salto hasta Corea para realizar diez actuaciones en solo cuatro días. Joe se quedaría en Japón por motivos de "agenda". Al final, más de 100.000 soldados la verían cantar y lucir su sex-appeal en los escenarios.

Marilyn había sido transportada en helicóptero desde Seúl a la 1ª División de Marina. "Estaba asustadisima de volar en helicóptero pero traté de no demostrarlo" confeso luego. Antes de empezar su actuación en el frente coreano, Marilyn anunció que no podía ni cantar ni bailar muy bien, pero todo lo que tenía que hacer era inspirar fuerte e intentarlo, cosa  que provocó aplausos tremendos en la 1ª la 3ª y la 7ª división del ejército que estaban allí para verla. Pero los 13.000 marines  que vieron cantar a Marilyn el primer día no tuvieron queja en absoluto. Se movía por todo el escenario, posando para sus cámaras de izquierda a derecha, repertiendo sonrisas a todos.






Mientras estaban en los actos preliminares, 10.000 soldados empujaban y daban codazos hacia adelante en un esfuerzo por acercarse al escenario. Cuando parecía que iban a romper la línea de la policía militar, a Marilyn se le dijo "esté lista para cualquier cosa", mientras que el comandante del regimiento, el coronel John Kelly, se puso al frente del escenario y detuvo temporalmente el programa. "Están ustedes aquí para pasar un buen rato", gritó. "No es de sentido común que se estén  haciendo daño ". Después de acabar su actuación, Marilyn dijo: "Nunca he visto a tantos hombres juntos en mi vida". 






Cuando finalmente terminó en la localidad de Taegu las diez actuaciones previstas, estaba muerta de cansancio, pero feliz. "Sabe usted..." le dijo a un oficial, "...Nunca me sentí como una estrella de cine, en mi corazón, antes de llegar a Corea. Este es el punto culminante de todo. Ahora volaré de vuelta a la cosa más importante en mi vida, mi marido Joe.  Queremos formar una familia. Y una familia está antes que una carrera". 





 De vuelta en Japón con Joe DiMaggio, Marilyn le dijo a su marido, "Estoy tan contenta de haber ido a Corea, Joe. Nunca, nunca, olvidare esta experiencia. Tan cierto como que yo te amo." Hombre de pocas palabras, asintió con la cabeza condescendientemente. Sin embargo, se preguntó cuánto tiempo más tendría que compartir su esposa con el mundo.

Unos meses después, el 27 de octubre de 1954,  DiMaggio y Marilyn se divorciaron.


Vemos que en el carnet que le hizo el ejercito, figura su verdadero nombre con el apellido de casada.


Marilyn Monore tenia una belleza que deslumbraba allá por donde iba, apareció en mas de 30 películas, fue y sigue siendo un Mito de l cine, después de su muerte en el 1962, Marilyn da mucho que hablar y toda la gente la recuerda.

Tuvo un éxito inesperado y merecido, conquisto al publico con se dulzura, su manera de actuar, cantar y como no , esta peculiar forma de andar tan sugerente. 


El 3 de Febrero de 1954, llego una invitación desde la unidad militar del general John E. Hull, en Extremo Oriente: ¿querría ir Marilyn Monore a visitar las tropas americanas que se encontraban en Corea?. Marilyn acepto sin pensarlo y así formaría parte de la gran tradición de artistas que iban a cantar para los soldados. Su marido Joe Di Maggio se opuso rotundamente, pero ella lo hizo. El 8 de febrero Marilyn recibió el numero de serie 129278 de la United States Organizations y los permisos para ir a Corear. Hay que recordad que Marilyn se encontraba en ese momento de Luna de Miel con su nuevo marido.

 
Durante 4 días a partir del 16 de Febrero, Marilyn viajo en avión, helicóptero y en un jeep abierto a diez glaciales emplazamientos en los que más de cien mil soldados y de trece mil marines le dieron la bienvenida con gritos y prolongados aplausos. En sólo dos días, su publico incluyó a las agradecidas tropas de las divisiones Tercera, Séptima. La 24 y la 40 del ejercito: 70.000 hombres. La mayoría de ellos jamás habían visto una película de Marilyn, porque estaban prestando servicio desde antes de alcanzar ella el estrellato. Pero conocían su fotografía, el calendario, las fotos provocativas y los millares de fotos publicadas en revistas. 


En cada para que hacia, Marilyn aparecía agitando las pestañas, lanzando besos con la mano. Antes de cambiarse para el espectáculo llevaba puestos unos pantalones de color aceituna muy ceñidos, una cazadora y unos pendientes de diamantes falsos. Las bajas temperaturas no le preocuparon, de modo que se puso su vestido de color azul muy ceñido que guardo como recuerdo el resto de su vida. En los escenarios improvisados Marilyn canto entre otras canciones: "Diamonds Are a Girl´s best friend" y "Do it again". Es posible que la temperatura se elevara unos grados cuando cantara la segunda. 
 
Años más tarde Marilyn le comento a un periodista:

"Había 17.000 soldados delante de mí y todos gritaban a con en cuello. Me quedé quieta, sonriéndoles . Había empezado a nevar, pero me sentí tan bien como si estuviera debajo de un sol radiante...Siempre me he sentido atemorizada por el público...,cualquier tipo de público. Se me revuelve el estomago, me da vueltas la cabeza y tengo la sensación de haberme quedado sin voz.
Pero allí de pie, bajo la nieve que caía, delante de todos aquellos soldados que gritaban, por primera vez en mi vida, no tuve miedo a nada. Sólo me sentí feliz".



Uno de los músicos que la acompañaba al piano, Al Guastafeste, recordó que no tenia la actitud de una estrella: ERA MARILYN MONORE; PERO AL PARECER NO SE SABA CUENTA.
 
Si el pianista cometía un error, ella decía que lo lamentaba, y cuando era ella quien cometía el error, también se disculpaba.


Cuando un oficial que presentaba el espectáculo y le pregunto que como se sentía, ella respondió: A SALVO. Y la multitud estallo en carcajadas . Pero también podía ser seria y a los cronistas de la gira no les quedo duda de que sus intenciones eran Sinceras.

"Nos dio la sensación de que realmente queriá estar allí" 

"No era una obligación que tenía que cumplir y no se trataba de publicidad. De todos los que actuaron para nosotros en Corea – y hubo aproximadamente media docena de famosos-, ella fue la mejor. No se la veía nerviosa, y no era en absoluto una rubia tonta. Cuando algunos fotógrafos nos permitieron subir al espectáculo, ella se mostró muy amable y colaboro en todo momento, diciéndonos que se sentía encantada de estar entre nosotros. Se tomo su tiempo y hablo con cada uno de nosotros, de nuestra familia, ciudad, trabajo y vida civil. Hacía un frío espantoso pero ella no tenia prisa por marcharse. Marilyn era una gran artista. Consiguió que miles de soldados rasos sintieran que a ella le importaban realmente". 
 
Marilyn sabía que era el objeto de las fantasías de 10.000 hombres y sin embargo quería comunicar de algún modo que no pretendía despertar deseo sino comprensión.

"Esta es mi primera experiencia ante público en vivo y la mas maravillosa, ha sido lo mejor me ha ocurrido jamás", dijo mientras se preparaba para partir.



Mas tarde a solas con un amigo le dijo:

"Me he sentido en mi ambiente, por primera vez en la vida he tenido la sensación de que la gente me miraba y me aceptaba, les gustaba. Supongo que esto es lo que siempre he deseado. Por favor venid a visitarnos a San Franciso".


La hélice empezó a girar y Marilyn se volvió para subir. Con una amplia sonrisa y con los ojos llenos de lagrimas, se despidió:

"Adiós a todos, Adiós, adiós... y que dios os bendiga. Gracias por ser tan fantásticos. ¡Espero que guardéis un buen recuerdo de mi!


Se oyeron vitores y fuertes aplausos, y los hombres se quitaron la gorra y la agitaron a modo de despedida.

No hay palabras para epxresar la importancia de estos 6 dias lejos de Hollywood.
 





Luces de candilejas

Otra destacable y emocionante incursión en el musical de mi querido Walter Lang, previo a las excelentes El rey y yo y Can- Can, aquí con música y letras de Irving Berlín convenientemente adaptadas para la ocasión por los siempre eficientes Alfred y Lionel Newman.

Estamos ante un musical de sonoridades radiantes, en vistoso Tecnicolor , rodado en Cinemascope y verdadero representante de la edad dorada del musical hollywoodiense, un género que vivía sin duda, su mejor momento artístico y comercial a mediados de los cincuenta y que con esta vitalista y deslumbrante Luces de candilejas nos contó la entrañable y tierna historia de una familia de artistas, los Donahue, dedicados por entero al mundo del espectáculo, toda una película generacional bella y de profundos sentimientos.

Para tan satisfactorio empeño contó con la presencia de la diosa Marilyn Monroe, autentica diva del glamour y la belleza explosiva que aquí luce de manera despampanante, con tres números musicales a su cargo, destacando el de ola de calor por sus sobradas cualidades para la insinuación y sensualidad, una Monroe que poseía grandes dotes para la comedia (La tentación vive arriba, Con faldas y a lo loco, El multimillonario, y un largo recorrido lo demuestran) y que comparte escena con otros intérpretes como el simpático Donald O´Connor (Cantando bajo la lluvia) o la guapísima Mitzy Gaynor en este quizás, algo conservador pero de contagioso optimismo, musical alegre y serpenteante.

Luces de candilejas es un hermoso traje de luces cosido con esplendoroso hilo musical, tratado con elegancia y ganas por Walter Lang y contenedor eterno del verdadero espectáculo cinematográfico, el de las historias familiares de tradiciones olvidadas, profesionales de la farándula que hicieron y harán posible que el show no pare jamás.

LO MEJOR: Su condición de clásico, todo un musical alegre y muy bien hecho. Su canción final There´s no business like show business, título original del film, un tema inmortal y perfectamente reconocible, su conmovedor desenlace, la icónica presencia de Marilyn y la ternura que desprende todo el relato.

LO PEOR: Que en algunos aspectos sea considerado como excesivamente conservador y empalagoso, algo nada criticable teniendo en cuenta el tono general de la película, un musical lujoso e imprescindible.

En su día no tuvo una buena acogida pero con el paso del tiempo ha sido considerada la mejor película musical de la Twenty Century Fox, y la verdad es que no me extraña. Las canciones son magníficas, destacando: "There's no Business like Show Business", interpretada por Ethel Merman;"Heat Wave", interpretada por Marilyn Monroe y "Alexander's Ragtime Band" interpretada por Ethel Merman, DanDailey, Donald O'Connor, Johnnie Ray y Mitzi Gaynor. El argumento es muy sencillo, pero funciona a la perfección. Especialmente recomiendo esta película a los amantes de los musicales de los años 50, ya que esta película es un homenaje a las canciones del gran compositor Irving Berlin.
Es de los buenos musicales que produjo Hollywood es la década de los 50 que nos llena de fantasía, color y música levantando el espíritu y haciéndonos disfrutar de lo mejor de este género, pues tiene de todo para hacernos pasar un rato agradable y olvidar problemas personales y colectivos.

Todo el reparto está a la altura de lo necesario para lograr un film alegre, dinámico y que es un regalo para los ojos y los oidos, con una excelente partitura musical del mítico Irving Berlin No obstante, tiene algunas secuencias en que decae algo por la trama del argumento, pero enseguida se restablece el optimismo y la alegría.

Rodada en formato Cinemascope, en los primeros tiempos del lanzamiento de este nuevo y revolucionario sistema panorámico por la Fox, contribuye, como es natural a la brillantez del espectáculo, siempre disminuido en una pantalla de TV. en comparación con lo que supondría verla en buen cine, y con un buen sonido moderno.

Muy aconsejable, especialmente para, los amantes del este género.


TÍTULO ORIGINAL
There´s No Business Like Show Business
AÑO 1954

DIRECTOR
Walter Lang

GUIÓN
Phoebe Ephron
Henry Ephron
Historia: Lamar Trotti

MÚSICA
Irving Berlin

FOTOGRAFÍA
Leon Shamroy

REPARTO
Ethel Merman, Dan Dailey, Donald O´Connor, Marilyn Monroe, Johnnie Ray, Mitzi Gaynor, Hugh O´Brian, Frank McHugh

PRODUCTORA
20th Century Fox

PREMIOS
1954: 3 nominaciones al Oscar: Mejor historia, vestuario color, bso

SINOPSIS
Narra la historia de los Donahue, una familia de actores dedicada plenamente al mundo del espectáculo. De escenario en escenario, haciendo todo tipo de variopintas representaciones, los Donahue hacían las delicias de un público entregado a sus números.

Encuentro en la noche

En la encrucijada entre el cine negro y el melodrama se encuentra este film, con unas pinceladas iniciales del género documental; pero poco a poco y a medida que avanzamos en las relaciones pasionales entre los personajes que únicamente buscan salir de la rutina y encontrar la felicidad aunque sea viviendo de espaldas de los convencionalismos, es cuando encontramos los aspectos mas negros de este melodrama: la noche como escenario para dar rienda suelta a las pasiones, el claustrofóbico cuarto donde viven Mae y Jerry, los personajes del padre y el tío como aliciente a cambiar de vida, el cinismo de Earl, la insatisfacción de Mae; y en medio de tanto pesimismo la vitalidad de Peggy como contrapunto. Y un final convencional, pero triste y sin futuro para unos seres que siempre estarán en el dilema entre el deseo y la realidad. No es de extrañar que en su momento se la conoció también con el título "Tempestad de pasiones".

Una mujer regresa a su pueblo natal, una localidad costera y dedicada a la pesca, tras una larga ausencia. Una vez allí, se acaba casando con un hombre que la ha amado desde siempre, aunque a la vez no puede evitar enamorarse de un amigo de éste.

Lang realizó un ejemplar melodrama triangular, que hace que, a través de un guión denso y lleno de fuerza, choquen y estallen los conflictos entre los personajes, frustrados con más o menos claridad, y muy particularmente entre una Stamwyck guapísima, enredada en su propio laberinto, y un Robert Young lleno de energía y falto de asideros vitales. Los diálogos entre ambos son brillantes y afilados.
Ahora bien, para mí, quien está absolutamente genial aquí es Paul Douglas, en ese papel de pescador ajado por el tiempo y la brisa marinera, por los sueños y quimeras, un hombretón con sentimientos, en una interpretación imponente, impecable y memorable.

No es de las más recordadas obras de Lang, pero se trata de otra gran película, de una obra maestra más de un cineasta practicamente infalible.
"Encuentro en la noche" es otra gran obra menor en la carrera del director alemán Fritz Lang. Obra menor porque no alcanza la grandeza (en todos los sentidos) de obras cumbre como "La mujer del cuadro" o "Los sobornados"; gran obra porque es, pese a todo, una película de estupendo calado, con notable trato de la acción y la dramaturgía y con algunas escenas memorables.

La película narra el drama interior de Mae, una mujer poco afortunada en el matrimonio, que regresa a su pueblo natal a pasar una temporada en casa de su hermano Joe y su novia Peggy buscando huir de su terrible pasado. Allí conocerá a Jerry, un amable pescador entrado en años que se enamora de ella, y con el que se casa por despecho. Sin embargo, será el amor hacia otro hombre el que obstaculice la relación matrimonial y devuelva a los personajes a sus instintos más primitivos.
Pese a contar con escenas románticas, "Encuentro en la noche" es una obra de calado claramente pesimista. Los personajes cuentan con connotaciones negativas y la totalidad de las situaciones tratadas que cuenten aspectos positivos se desmoronan por la envidia, el odio y las normas de una época en la que las protagonistas femeninas desearían no haber vivido. La pareja formada por Keith Andes y Marilyn Monroe tiene poca o ninguna trascendecia argumental, pero sirve perfectamente para ilustrarle a Mae su futuro como esposa de Jerry: la mujer pertenece al hombre en el matrimonio, y ella debe respetarle y serle fiel. Preocupa que se hable del maltrato a la mujer como algo obvio en un matrimonio, aunque es precisamente la objetividad con la que trata Lang este elemento lo que le convierte en un arma de doble filo: de actitud tremendamente crítica y disconforme con este anticuado dogma. Se percibe, así, una influencia de sus primeras obras en Alemania (más críticas) en una de sus películas americanas (habitualmente de entretenimiento), algo que en contadas ocasiones había ocurrido en un filme de Lang.

Si bien la cinta podría haberse recortado un poco resumiendo parte de su larguísima introducción de más de media hora, pasado este pequeño bache asistimos a una película estremecedoramente objetiva y con un ritmo creciente en intensidad y suspense. Es entonces cuando el trío protagonista (Barbara Stanwyck, Robert Ryan y Paul Douglas) alcanza sus cotas más altas interpretativas. Estremece la transformación que sufre el personaje de Paul Douglas, antaño un hombre humilde y amable, hacia un monstruo con ojos de psicópata al enterarse de la infidelidad de su mujer. Lástima que en sus minutos finales el filme recupere el rumbo en lo que a moralmente correcto se refiere y eche a perder un fabuloso final.
En resumen, otra excelente película de Fritz Lang, de aspecto más crítico que el resto de sus filmes americanos pero sin abandonar la premisa del entretenimiento, de un guión sólido y unas interpretaciones a la altura de su marca.

lunes, 6 de agosto de 2012

Niebla en el alma

Una Marylin como nunca había visto, fría, malévola, audaz, y temeraria. Y a pesar de todos esos términos de maldad, ella conserva su particular belleza deslumbrante y su caracter interpretativa.

Un film que enlaza a la perfección el desarrollo y la participación de cada personaje en su perfil correspondido, una fotografia en B/N magnífica, y una cantante maravillosa, tan deslumbrante es su voz como su belleza.

Transcurre de manera veloz y el director consigue transmitir todo el contenido en los breves 75 minutos del metraje, nada mas empezar ya se siente la tension en escena y el ambiente cargado de intriga en los rostros de los personajes.

No es la obra cumbre de Marylin, pero sin duda es la mas inusual de su carrera

Angustia. Tormento. Un alma desolada y sumida en un abismo profundo, oscuro e inhumano. Desgracias del pasado que no han sido superadas y que condicionan un presente en el que cada segundo puede ser un infierno diferente. Qué jodida que es la vida. Te arrebata lo más querido y luego te da memoria para recordarlo. Y te hunde. Y te confunde. Y te priva de sentir cada momento como único, condenándote a una monotonía insufrible. Realidad turbulenta que acompaña tus días y que te hace buscar desesperadamente una salida. La más cobarde de las salidas, sí, pero al menos una.

Así es como se presenta Nell Forbes (Marilyn Monroe), en una cinta que ahonda en los desórdenes psicológicos y en la incapacidad de la superación emocional del ser humano. Presentada en un formato simple, con una puesta en escena sencilla y poco arriesgada, el guión desarrolla paralelamente la historia de Jed Towers (Richard Widmark), un piloto comercial que viaja a Nueva York para recuperar a su chica, Lyn Lesley (Anne Bancroft), una guapa cantante que ameniza las noches de un club de hotel. Ella recela de la personalidad vehemente y narcisista de Jed. Sin embargo, todo cambiará cuando se produce la aparición de la misteriosa chica de la habitación 809 y que dará una nueva perspectiva a los comportamientos de Jed y a su relación final con Lyn.




El reparto de la cinta tiene dos nombres destacados: Monroe y Widmark. La primera actuando, antes de que el mito devorara a la actriz. Bueno el mito y los hombres, el alcohol, las pastillas, la noche…ya saben. El segundo sumido en ese comienzo de carrera cinematográfica que no ha tenido igual en la historia del cine. Siempre se podrá hablar de G. Robinson, de Cagney, de Bogart…pero el talento de que demuestra Widmark desde su debut en “Kiss of Death” hasta esa obra maestra de Dassin “Night and the City” es sencillamente el mejor registro interpretativo jamás visto.
Ella es una bella mujer que dedica su tiempo a cuidar a los hijos de los demás. Un día, un atractivo huésped aparece en el hotel buscando un refugio donde curar sus heridas de amor. Entre ambos surge una atracción mutua, pero muy pronto él comenzará a sospechar que ella oculta algo... ¿Qué misterio hay tras la chica de la habitación 809?

Con un desarrollo uniforme de un argumento que en ocasiones roza la tragedia, encontrarán pues suficientes alicientes para ver esta buena película y donde descubrirán a una Monroe en uno de sus primeros papeles dramáticos pero sin perder ni un ápice esa belleza salvaje y ese atractivo infinito que la hicieron la mujer más deseada del mundo. Déjense llevar por ella. Sueñen, imaginen. Porque para eso también se inventó el cine.